– Etapa La Guardia – Baiona

Dificultad Media

 A Guarda ha crecido en la falda del imponente castro de Santa Trega, principal valor turístico e histórico de esta localidad y uno de los asentamientos prerromanos más impactantes del noroeste peninsular. Santa Trega tuvo una ocupación continuada entre los siglos I a. de C. y I d. de C. Desde lo alto nos sorprenderá la magnífica panorámica de la desembocadura del río Miño. Nos encaminamos a Oia —municipio de O Rosal— a lo largo de la línea costera. El océano, siempre abierto a nuestra izquierda, regalándonos panorámicas de intensa belleza y fuerza. Este tramo es practicamente llano y con apenas sombras. En verano, la brisa marina suavizará los rigores del sol. Llegamos al histórico monasterio de Santa María de Oia, situado en plena línea litoral. Una de las denominaciones que recibe esta ruta —“Camino monacal”— procede precisamente de la existencia de este lugar. El monasterio formó parte de la orden del Císter. Su estratégico emplazamiento ayudó, en más de una ocasión, a la defensa de la costa, como sucedió a mediados del s. XVII, cuando los monjes lograron desbaratar un ataque de la flota turca.

Dejamos atrás el pueblo marinero de Oia y continuamos camino al pie de los acantilados. Pasamos por las inmediaciones del faro de Cabo Silleiro, extremo sur de la ría de Vigo y punto principal de orientación de los navíos que surcan estas aguas. Ascendemos hasta Baredo por la vieja vereda real. Baredo posee un núcleo rural muy bien conservado, con caminos empedrados y genuina arquitectura popular. Además, su litoral rocoso permite cosechar buenos percebes.